Sin número (s/n)
Ahora sé que los números definen la realidad.
No siempre estuve seguro de eso.
¿Pero… podrías prescindir de los metros cuadrados de tu casa, la cantidad de soles de tu sueldo
o los kilowatts que gastas de electricidad…?
También siempre he sentido que hay algo de fatídico en los números.
Un embrión de catástrofe en el interior de todos ellos.
Por eso me sorprendió, cuando encontré la casa de mis sueños,
que su direccion fuera esta: s/n. Sin número.
Pensé que era un error. No hay cosas sin números.
Lo sé desde que era niño.
Desde el día en que no pude entrar al juego que quería, porque me faltaban 12 centímetros.
Un número que era a su vez una barrera.
Cuando crecí me atormentó el número del DNI (Documento Nacional de Identidad).
Mi cerebro, rebelde, no quería memorizarlo.
Hasta que un policía
no me dejó pasar a un evento y estuvo a punto de requisarme el documento:
«¡Cómo no va a recordar el número de su propio DNI, oiga! Esto no es suyo».
Un número más que tuve que memorizar y que he repetido miles de veces
en agencias bancarias, aeropuertos, oficinas educativas
y ante personas diversas que tenían en común su rostro desconfiado.
Sin número de DNI no existes, me dijo un amigo cuando le hablé del tema.
Un número que es, a su vez, tu identidad.
Imaginen, entonces, mi desconcierto cuando descubrí que existían números imaginarios.
O cómo me sentí cuando alguien, por divertirse con mi ignorancia, me dijo:
«A ver, sácame la la raíz cuadrada de menos uno (-1)».
Ok… Un número que no existe.
Creo que fue allí cuando decidí, que esto era demasiado.
Que los números tenían que ser domesticados.
Que tenía que poder rascarles la pancita y que se tiraran al suelo.
E ingresé a la universidad a estudiar Contabilidad y finanzas, ¡plop!
Y encontré, estupefacto,
que el logaritmo de 0 es 1 y que la derivada de la constante 1 es 0. Es decir…
Ya me resigné: nunca podré podré rascarle la pancita a los números.
Pero he logrado que se sienten a mi lado en paz.
Pronto terminaré mi carrera de Contabilidad y mi existencia,
que siempre estuvo rodeada de letras,
estará rodeada de números.
Y tal vez por eso estoy tan feliz
de estar escribiendo esto rodeado de plantas y flores,
mirando una montaña enorme que tiene detrás un nevado blanquísimo y brillante,
en una casa
que tiene la magia de no tener número
y que, en consecuencia, igual que yo,
no existe para usos prácticos.
chaveztoro